Ciudad Incluyente

El concepto de Ciudad Incluyente ó Ciudad Inclusiva, se ha desarrollado en las últimas décadas para designar un modelo de ciudad, que parte de la idea de que todas las relaciones que se tejen en el contexto urbano se deben construir a partir de la participación y consenso de todos los actores involucrados (habitantes, gobiernos, organizaciones civiles, iniciativas privadas, etc.), propiciando un estado de equidad e inclusión en las oportunidades de desarrollo que ofrece la ciudad, entendiendo las diferencias y la pluralidad de los habitantes, así como la problemática específica de cada ciudad tomando en cuenta los factores locales y globales.

La Ciudad Incluyente abarca diversos aspectos en la constitución de su modelo, que van desde los políticos, sociales, económicos, ideológicos, hasta los urbano- arquitectónicos, planteando para estos últimos la necesidad de inclusión y accesibilidad a espacios públicos y edificios, a partir no sólo de legislaciones, sino también desde el diseño y la planeación de la ciudad, permitiendo la generación de espacios que propicien la inclusión e integración de los habitantes en un ambiente de respeto y libertad.[1] Según el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Hábitat II, 2000), se define la Ciudad Inclusiva como “el lugar donde cualquiera, independientemente de la situación económica, del sexo, de la edad, de la raza o de la religión, puede permitirse participar productiva y positivamente en las oportunidades que la ciudad tiene para ofrecer,”[2] y cuyos principales objetivos son:

  • Equidad social.
  • Inclusión.
  • Gestión participativa.
  • Desarrollo sustentable.
  • Seguridad.
  • Derecho a la movilidad.
  • Acceso a la vivienda digna.
  • Acceso a servicios y espacios urbanos.
  • Acceso a la educación, trabajo, salud, cultura, recreación y esparcimiento.
  • Acceso a nuevas tecnologías y comunicación.

El modelo de ciudad incluyente se presenta como una alternativa, que en varios aspectos se contrapone a los intereses y formas con las que actualmente se planifican y construyen las ciudades basadas en los procesos de Globalización[3] y Neoliberalismo[4], en los cuales se ha provocado un aumento acelerado en las tasas de inmigración (campo-ciudad) y de urbanización. La ciudad es pensada como un espacio de consumo y competencia, generando con ello importantes fluctuaciones en el valor del suelo entre las diversas zonas que la comprenden -tal es el caso de la Ciudad de México-, esta situación ha agudizado las grandes brechas sociales, dificultando el desarrollo equitativo de los habitantes, lo que se ha manifestado espacialmente en condiciones de inseguridad, exclusión y segregación[5].“Los modelos de desarrollo –de las ciudades- implementados en la mayoría de los países del tercer mundo se caracterizan por establecer patrones de concentración de renta y poder, así como procesos acelerados de urbanización que contribuyen a la depredación del ambiente y a la privatización delespacio público, generando empobrecimiento, exclusión y segregación social y espacial.”[6]

Para este caso se han desarrollado trabajos complementarios dentro del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, referente a las ciudades inclusivas, existiendo un apartado de discusión que fomenta el mejoramiento de los espacios urbanos, en busca de combatir los problemas de inseguridad, exclusión y la segregación espacial, el cual lleva por título “Espacios incluyentes para una ciudad sustentable;”[7] cuyos principales temas son:

  • La Ciudad y Espacio Público bajo el concepto de Placemaking[8], como una estrategia que permita integrar la participación de los habitantes en los procesos de diseño y gestión de los espacios públicos.
  • La Imagen Urbana, entendiendo la condición colectiva y de diversidad del espacio, hacia una síntesis de la planificación.
  • La Gestión Urbana, en busca de mejores prácticas de intervención de los espacios en la ciudad, respondiendo a demandas reales.
  • La Seguridad y Colectividad, como el resultado de intervenciones exitosas del espacio público y los objetos arquitectónicos, permitiendo la cohesión social y el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes.

Es evidente que el modelo de Ciudad Incluyente aborda muchas dimensiones y perspectivas de trabajo, dentro de la cuales está presente lo urbano-arquitectónico, por ello es necesario reflexionar sobre la pertinencia de este modelo como una alternativa que permita mejorar la calidad de vida de los habitantes en la ciudad, particularmente generando mejores condiciones de seguridad socio-espacial, estableciendo hasta qué punto el diseño urbano-arquitectónico puede contribuir a alcanzar estos objetivos.  

Para plantear la pertinencia del modelo de Ciudad Incluyente es importante entender de manera general algunas posturas sobre las diversas problemáticas urbanas y sus posibles soluciones -considerando la complejidad que esto conlleva-,es por esto que a continuación se presenta un breve recuento sobre algunas posturas, partiendo de la coincidencia con los ideales de la Ciudad Incluyente, ya sea de forma parcial o general, enfatizando a su vez, aquellos aspectos que se refieren a la gestión y construcción de los espacios públicos y arquitectónicos.

Al  revisar y analizar los postulados planteados en distintos foros internacionales que abordan las problemáticas urbanas y sociales, en los cuales participan tanto asociaciones civiles, gobiernos y académicos de distintas disciplinas, es notable que la gran mayoría concuerdan con los objetivos establecidos para el modelo de Ciudad Incluyente, como lo es el caso del Foro Mundial Urbano, Barcelona–Quito y el Foro Social de las Américas– Quito, ambos en el 2004, de los cuales se desprende uno de los documentos consensados más relevantes de los últimos años con relación a la forma en que las ciudades deberán enfrentar los nuevos retos urbanos de inclusión social, equidad y libertad, manifestando así mismo la necesidad de replantear en muchos casos los modelos actuales para la planificación, construcción y gestión de las ciudades, al ser evidente las deficiencias que estos presentan, dificultando el desarrollo equitativo de los habitantes; este documento es: la “Carta Mundial de Derecho a la Ciudad,” en la cual se define como Derecho a la Ciudad,[9]“el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de sustentabilidad y justicia social. Se entiende como derecho colectivo de los habitantes de la ciudad, en especial de los grupos empobrecidos vulnerables y desfavorecidos, que les confiere la legitimidad de acción y organización, basado en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a un patrón de vida adecuado.”[10] La carta se estructura a partir de los siguientes objetivos:

  • Libertad.
  • Gestión democrática.
  • Equidad de condiciones.
  • Desarrollo sustentable.
  • Participación social.
  • Derecho a la justicia y seguridad.
  • Derecho a la vivienda.
  • Derecho al espacio público.
  • Derecho a la movilidad.
  • Derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a la cultura y al esparcimiento.

Son evidentes las coincidencias que existen con los objetivos desarrollados para el modelo de Ciudad Incluyente, haciéndose notar del mismo modo las preocupaciones  por combatir la inequidad, la inseguridad, la exclusión y la segregación socio-espacial. “Las ciudades están lejos de ofrecer condiciones y oportunidades equitativas a sus habitantes. La población urbana en su mayoría, esta privada o limitada –en virtud de sus características económicas, sociales, culturales, étnicas, de género y edad- para satisfacer sus más elementales necesidades.”[11]

 Este documento se presenta como la suma de expresiones que fundamenta la necesidad de reivindicar los valores de lo colectivo y lo social, entendiendo las pluralidades y condiciones culturales de cada ciudad del mundo; convirtiéndose en un referente fundamental para las cuestiones urbanas.

Otro caso particular que ha retomado el concepto de Derecho a la Ciudad, es el que se refiere a los trabajos realizados en el Foro Social Mundial llevado a cabo en la Ciudad de México en el 2008, en el cual a través de la participación de asociaciones civiles, instituciones gubernamentales locales y organizaciones internacionales, se dio inicio a la “Carta de la Ciudad de México por el Derecho a la Ciudad”, la cuál a lo largo de distintas sesiones de trabajo logró ser concluida en el 2010, siendo presentada en el 5ª Foro Urbano Mundial convocado por Hábitat-Naciones Unidas y el Ministerio de las Ciudades de Brasil. Este documento está orientado –según su propia definición- a frenar las diversas causas y manifestaciones de la exclusión, planteándose como una propuesta de interés colectivo que se contrapone a la visión de la ciudad-mercancía o ciudad de consumo. Se define como Derecho a la Ciudad en este documento, “el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de sustentabilidad, democracia, equidad y justicia social. Es un derecho colectivo de los habitantes de las ciudades, que les confiere legitimidad de acción y de organización, basados en el respeto a sus diferencias, expresiones y prácticas culturales, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a la libre autodeterminación y a un nivel de vida adecuado.”[12]Planteando para favorecer su cumplimiento los siguientes objetivos:

  • “Contribuir a la construcción de una ciudad incluyente, habitable, justa, democrática, sustentable y disfrutable.
  • Contribuir a impulsar procesos de organización social, fortalecimiento del tejido social y construcción de la ciudadanía activa y responsable.
  • Contribuir a la construcción de una economía urbana equitativa, incluyente y solidaria que garantice la inserción productiva y el fortalecimiento económico de los sectores populares.”[13]

En los objetivos señalados anteriormente se encuentra el concepto de Ciudad Incluyente como prioritario, así como la idea de una ciudad habitable, lo que necesariamente nos remite a pensar en la conformación de espacios públicos y arquitectura que busquen generar lugares disfrutables para ser gozados por sus habitantes en una situación de equidad e inclusión.

El trabajo realizado en distintos foros internacionales con temáticas urbanas y sociales, ha sido fundamental para lograr una aproximación más clara a las alternativas y propuestas correspondientes a la forma de planificar las ciudades, entendiendo la complejidad de las problemáticas urbanas desde sus diferentes perspectivas, sin embargo, estas alternativas tienen un carácter muy genérico, situación que ha dificultado llevarlas a la realidad a través de acciones concretas que contribuyan a la solución de problemas específicos. Es por lo anterior, que se hace fundamental analizar cada planteamiento en términos de su factibilidad económica, social, cultural, política y urbano-arquitectónica, para no caer en posturas que en intención pueden parecer buenas pero que al intentar llevar a la realidad sean inoperantes e irrealizables.

Un punto fundamental para entender la pertinencia del modelo de Ciudad Incluyente, se desprende de los ámbitos académicos y de investigación, ya que existen muchas coincidencias entre las ideas planteadas para mejorar las condiciones de la ciudad favoreciendo el desarrollo de sus habitantes, y los postulados generados para la Ciudad Incluyente, como lo es el caso de François Ascher, quien desde la visión de la sociología urbana establece que a partir de la tercera revolución urbana, se suscitan cambios importantes en la forma de hacer ciudad, dando lugar a la aparición de un nuevo urbanismo denominado: “Neourbanismo”, mismo que replantea la concepción tradicional de la ciudad, en busca de alternativas integrales que respondan a las nuevas transformaciones sociales y urbanas. Numerosos indicios y análisis nos llevan a pensar que las transformaciones de nuestra sociedad y, especialmente, de las ciudades no han hecho más que empezar. Las sociedades occidentales están cambiando y entran en una nueva fase de la modernidad que ve evolucionar profundamente las formas de pensar y actuar, la ciencia y la técnica, las relaciones sociales, la economía, las desigualdades sociales, los modelos de democracia. Estas mutaciones suponen y hacen necesarios cambios importantes en el concepto, la producción y la gestión de las ciudades y de los territorios, y ponen de actualidad una nueva revolución urbana moderna, la tercera después de la revolución de la ciudad clásica y de la ciudad industrial.”[14]En el libro “Los nuevos principios del urbanismo”, Ascher ha planteado un decálogo en el cual enuncia las condiciones con las cuales es necesario pensar la construcción de las ciudades contemporáneas, en busca de mejorar la calidad de vida de sus habitantes, destacando los siguientes postulados:

  • Elaborar y dirigir proyectos en contextos inciertos, refiriéndose a la generación de múltiples proyectos con naturaleza variada, que se apoyen en una gestión heurística reflexiva, adaptada a una sociedad compleja.
  • Prioridad a los objetivos frente a los medios, siendo necesario estimular a los distintos actores públicos y privados a encontrar formas eficaces de solución que enfaticen la condición colectiva.
  • Adaptar las ciudades a diferentes necesidades, a partir de la generación de propuestas más variadas y personalizadas, según sea el caso.
  • Concebir los lugares en función de los nuevos usos sociales, con la integración de las nuevas tecnologías y avances en las comunicaciones.
  • Actuar en una sociedad muy diferenciada, entendiendo la pluralidad y los intereses colectivos, pudiendo integrar la participación de los habitantes en los procesos de planificación y gestión de la ciudad.

En tanto al diseño de los espacios públicos y arquitectónicos se plantea responder a la variedad de demandas aprovechando las distintas arquitecturas y formas urbanas para crear ciudades diversificadas, en las que se entiendan los cambios de escala, haciendo los espacios más humanos, estableciendo del mismo modo una importancia renovada a la cuestión de estilos arquitectónicos, integrada a las cuestiones de funcionalidad y morfología urbana. 

Jordi Borja, por su parte señala que: ante los procesos de globalización, el rápido aumento poblacional y las enormes desigualdades sociales, las ciudades requieren nuevas formas de planificarse a través de proyectos innovadores que establezcan lineamientos y marcos de acción para la gestión y control de las ciudades, entendiendo su problemática específica y singular. “La universalidad de las soluciones o de pautas para la ciudad no aporta visiones reales para cada caso sino que se suele comportar como la aplicación de modelos extraños a la ciudad analizada, que lleva a aplicar situaciones muy genéricas, resultando de una visión plana de la realidad, sin matices ni diferencias.”[15] Borja refiere que, los proyectos de la ciudad deben de estar correlacionados con los programas públicos, enfocándose a la resolución de problemas reales, exponiendo al mismo tiempo las potencialidades y oportunidades en aquellos factores de mejoramiento; lo que en suma genere un plan estructurador que concibe un futuro organizado desde el presente, para ello se requiere trabajar en aspectos:

  • Normativos, que expresen la forma en la que se organizan los usos del suelo, estableciendo prioridades de acción en aquellas zonas de las ciudades que enfrenten mayor rezago social.
  • Operativos, generando proyectos a corto plazo que puedan propiciar la articulación espacial recuperando el espacio público, facilitando reactivación económica y la inclusión social.
  • Estratégicos, entendiendo las oportunidades y potenciales existentes en la resolución de cada problema específico para la ciudad, siendo prioritarias las condiciones de lo colectivo.
  • Prácticos,determinando acciones concretas y sencillas, especificando espacios y objetivos claros de actuación, que no recaigan en complejos y largos trámites para poder ser llevados a cabo.

Una de las ideas claves de Borja es: la recuperación del espacio público como un lugar común a todos, en el cual se facilite la cohesión y el intercambio social, siendo fundamental para ello que exista una condición de flexibilidad en el espacio, que permita desarrollar diversos usos y actividades en un mismo momento. Borja  plantea que “la ciudad es la gente en las calles”, como una forma de dimensionar la importancia que tiene el espacio público en la conformación de la ciudad y en la calidad de vida de sus habitantes. Es por ello que existe la necesidad de analizar las condiciones que ofrecen cada uno de los elementos que conforman el espacio público, incluyendo por supuesto a los objetos arquitectónicos, con la intención de fomentar un uso más equitativo, al propiciar una relación constante y coherente entre lo público y lo privado. “La cultura del espacio público nos lleva a considerar que todos los elementos que conforman el espacio urbano se pueden y se deben tratar con un uso polivalente y positivo, sacando ventajas y rendimientos en beneficio del espacio público”[16]

 La idea de recuperar el espacio público es compartida ampliamente por un gran número de autores como lo es el caso de Jane Jacobs, quien en su libro “Muerte y vida de las grandes ciudades” presenta una crítica muy certera sobre las repercusiones que los modelos urbanos resultantes del movimiento moderno habían tenido en perjuicio de la vida cotidiana de los habitantes y en la pérdida del espacio público, señalando que estos modelos demostraron ser ineficaces a nivel social, medioambiental y económico, al abandonar la idea de la ciudad compacta[17], generando suburbios de baja densidad, monofuncionales, fragmentados y difusos, en los que el vehículo se convierte en la única forma de conexión con el núcleo central urbano, criticando de esta manera también el uso de la calle como un espacio predominantemente de tránsito. Jacobs plantea que ante la importancia que se le ha dado al automóvil como conformador de la ciudad, es necesario replantear el papel que el espacio público tienen como sitio de intercambio y cohesión social, en busca de rencontrar valores cívicos, de respeto mutuo y de comunidad, para lo cual es necesario que el espacio tenga una multiplicidad de usos, permitiendo por consiguiente una diversidad social que contribuya a evitar problemas como la segregación y la inseguridad; señalando que ante esta necesidad de una multiplicidad de usos del espacio público, el comercio toma un papel importante ya que sobre él recae un dinamismo que atrae a la gente y al mismo tiempo la hace sentir segura en las calles. Jacobs critica que la planificación de la ciudad no respete la diversificación que se produce espontáneamente entre los habitantes, señalando que es difícil entender como los diseñadores de la ciudad no reconozcan la fuerza de la diversificación y su potencial como problema diseño y lo que supone el expresarlo y materializarlo. En el sentido de la construcción de las ciudades, Jacobs se pronuncia a favor de nuevas alternativas de diseño que permitan tener en cuenta la experiencia de la vida cotidiana de los habitantes, así como sus necesidades y expectativas sobre los espacios públicos, entendiendo las diferentes realidades y condiciones colectivas e individuales, sintetizando estas posturas en:

  • Recuperación del espacio público, fomentando la construcción y el uso de un espacio común a todos, en el cual se articulan las relaciones entre los habitantes.
  • Promocionar la diversidad de espacios, entendiendo la inclusión de los habitantes en las diferentes dinámicas que el espacio pueda ofrecer.
  • Rehabilitación de zonas segregadas y excluidas, haciéndose presente una condición de equidad en la infraestructura y servicios.
  • Viviendas subvencionadas, teniendo acceso a vivienda digna como derecho.
  • Movilidad y comunicación,planteando sistemas de transporte eficaces que sean de fácil acceso.

“La construcción de la ciudad futura se ha de nutrir de diversidad y complejidad, de una práctica inclusiva que incorpore múltiples variables de la realidad, basándose en un urbanismo de abajo a arriba.”[18] La postura de Jacobs parte indudablemente de la reconstrucción de lo colectivo, de entender la ciudad como un espacio múltiple que garantice la posibilidad de elección, a través del entendimiento de la realidad diversa, en la que los habitantes se sitúan en un lugar privilegiado en la conformación de la ciudad y el espacio público tiene sentido en tanto que es utilizado por éstos para interactuar, y no sólo como un espacio para automóviles o colocación de infraestructura. Pese a que los planteamientos de Jacobs fueron desarrollados hace ya más de cinco décadas, en estos momentos podemos notar que siguen teniendo validez, ya que la problemática urbana que ella describía, aún continúa presente hasta nuestros días, aunque ahora influenciada por diferentes fenómenos económicos, sociales y culturales. 

Algunos autores como Arie Hoekman, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas en México,  presenta una postura a favor de adoptar el modelo de Ciudad Incluyente, al sostener que dentro de unos pocos años la gran mayoría de la población del mundo vivirá en las ciudades, por lo que la pobreza se concentrará en zonas urbanas, siendo inminente establecer alternativas que permitan dar solución a las problemáticas sociales de la desigualdad y oferta de oportunidades para el desarrollo de los habitantes.[19]

Por su parte, el politólogo John Prats en su definición de ciudad, expresa el lado humano que éstas deben rescatar, coincidiendo con los alcances de la Ciudad Incluyente, señalando que: “Las ciudades deben ser concebidas como el lugar fundamental de interacción e intercambio social, ya que es y debe ser el asentamiento humano básico, en donde confluyan las posibilidades de crecimiento y de desarrollo sostenible, de bienestar y de cohesión social y, sobre todo, de capacidad de adaptación, de innovación técnica, social, cultural y política. Es ahí en las ciudades donde debe inventarse y reinventarse el futuro de sus habitantes y generarse una visión renovada del progreso de la humanidad y del devenir de nuestras civilizaciones. –Agregando- Las ciudades deben crear un entorno favorable y el espacio público en donde los habitantes puedan mantener el tejido social y la posibilidad de aspirar a un futuro de mayores oportunidades”[20]. José Miguel Fernández Güell en el libro “planificación estratégica de ciudades” plantea cómo, ante las problemáticas sociales que se enfrentan en el ámbito urbano, es necesario pensar en nuevas estrategias para la construcción y gestión de las ciudades, desde un punto de vista que permita responder de manera equitativa a las demandas y necesidades de los habitantes, reduciendo las grandes brechas sociales que enfrentan la gran mayoría de ciudades, principalmente en países en desarrollo. “A principios del siglo XXI, pese a la triste realidad urbana e inmobiliaria que padecen muchos lugares, los urbanistas coinciden mayoritariamente en una serie de principios que proyectan cierta esperanza para el futuro. Así, hoy en día es moneda común predicar sobre la necesidad de proteger el medio natural; criticar el modelo de urbanización desparramada frente a la demostrada sostenibilidad de la ciudad compacta; recuperar y conservar el centro de las ciudades como lugar de trabajo y residencia; promocionar los sistemas de transporte colectivo frente al abuso del automóvil privado; y fomentar la mezcla de usos compatibles en los centros urbanos para garantizar su vitalidad y diversidad.”[21]

Desde los diferentes postulados teóricos es evidente la reivindicación de la ciudad como un derecho universal, que favorezca las posibilidades equitativas de desarrollo económico y social para todos los habitantes, incluyendo por supuesto el acceso a espacios públicos de calidad que brinden las garantías necesarias de seguridad para su disfrute, resignificándose como un lugar común a todos en el cual se facilite la cohesión y el intercambio social, proceso fundamental de la ciudad.

Jesús Palomares Franco

25/01/2020


[1]Balbo, Marcello; Jordán, Ricardo y Sinioni, Daniela. Ciudad inclusiva. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Chile. 2003.

[2]Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Hábitat II, 2000). Disponible en: http://www.unhabitat.org/downloads/docs/1967_24730_hs8.htm Consultado Abril 2013.

[3]Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), se entiende por Globalización al proceso acelerado de integración mundial de las economías por medio del comercio, la producción, los flujos financieros, la difusión tecnológica, la redes de información y las corrientes culturales, haciendo referencia a éstas como el resultado de los avances tecnológicos en la comunicación.

Fondo Monetario Internacional. Globalización: Marco para la participación del FMI. Disponible en: http://www.imf.org/external/np/exr/ib/2002/esl/031502s.htm Consultado Abril 2013.

[4]En una primera definición, podemos entender el concepto de Neoliberalismo como “un fenómeno mundial que se basa en las nuevas formas de acumulación de capital a escala mundial, que implican la competitividad a nivel internacional, donde se propone que no haya presencia gubernamental y donde exista una liberalización del mercado”

Ávila, José. Introducción a la economía. Plaza y Valdés Editores. México. 2004. P.103.

[5]Cordera, Rolando; Ramírez, Patricia y Ziccardi, Alicia. Pobreza, desigualdad y exclusión social en la ciudad del siglo XXI. Siglo XXI. Madrid. 2008.

[6]Carta Mundial del Derecho a la Ciudad. Foro Mundial Urbano –Barcelona –Quito. 2004. Disponible en: http://www.lapetus.uchile.cl/lapetus/archivos/1239291239Carta_mundial_derecho_ciudad.pdf. Consultado Abril 2013.

[7]ONU-Habitat. Espacios incluyentes para una ciudad sustentable. Disponible en: http://www.onuhabitat.org/index.php?option=com_content&view=article&id=621:seminario-espacios-publicos2&catid=205:noticias&Itemid=258. Consultado Abril 2013.

[8]“Placemaking es un enfoque multifacético para la planificación, diseño y gestión de los espacios públicos… se trata de mirar, escuchar y hacer preguntas a las personas que viven, trabajan y juegan en un espacio particular, para descubrir sus necesidades y aspiraciones. Esta información se utiliza para crear una visión común para ese lugar. La visión puede evolucionar rápidamente en una estrategia de aplicación, a partir de las mejoras a pequeña escala, que pueden traer beneficios inmediatamente a los espacios públicos y las personas que los utilizan.”

PPS Project for Public Space.WhatisPlacemaking?. Disponible en: http://www.pps.org/reference/what_is_placemaking/ Consultado Mayo 2013.

[9]Es importante recordar que el concepto de “Derecho a la Ciudad” no es nuevo, ya desde finales de los años sesentas Henri Lefebvre hacía referencia a él en el libro que llevaría el mismo nombre, “El Derecho a la Ciudad”, en el cual se describen los efectos negativos que el sistema capitalista habría tenido frente a las ciudades, convirtiendo a éstas en una mercancía que respondía a los intereses de grupos privilegiados en busca de acumulación de riquezas, (algo muy similar a los que sucede ahora, sólo que en un contexto no tan marcado por los procesos de globalización y los modelos neoliberales). Lefebvre señala la necesidad de devolver la ciudad a sus habitantes, en busca de contrarrestar la privatización del espacio público, la generación desmedida de centros industriales y el uso mercantil de la ciudad.  El derecho a la ciudad se entiende como: la posibilidad de generar condiciones favorables para el desarrollo de los habitantes dentro de la ciudad, entendiendo ésta, como el escenario de encuentro para la construcción de la vida colectiva.

Lefebvre Henri. El derecho de la ciudad. Ed. Península., Barcelona, 1978.  P. 75.

[10]Carta Mundial del Derecho a la Ciudad. Op. Cit.

[11]Íbídem.

[12]Carta de la Ciudad de México por el Derecho a la Ciudad. Disponible en: http://www.equipopueblo.org.mx/descargas/Carta%20de%20la%20Ciudad%20de%20Mexico%20por%20el%20Derecho%20a%20la%20Ciudad.pdf. Consultado Abril 2013.

[13]Ibídem.

[14]Ascher  François. Los nuevos principios del urbanismo: el fin de las ciudades no está a la orden del día. Alianza. Madrid, 2004. P.7.

[15]Borja, Jordi. Ciudad y planificación. En: Ciudad inclusiva. Comisión económica para América Latina y el Caribe. Chile. 2003. P. 101.

[16]Borja, Jordi, La ciudad conquistada. Alianza. Madrid. 2003 P. 137.

[17]La ciudad compacta es aquella que presenta una estructura y trama urbana de cierta compacidad, está cohesionada socialmente, genera espacios de sociabilidad, crea un territorio con cercanía a los servicios, propicia el encuentro de actividades y permite el desarrollo de la vida en comunidad.

[18]Jacobs, Jane. Muerte y vida de las grandes ciudades. Capitán Swing. Madrid. 2011.

[19]López, Fernando. Ciudades y población. Arie Hoekman. La relevancia de la planificación urbana y la construcción de una buena gobernabilidad. Fondo editorial Nuevo León. México. 2007.

[20]Luna, Parra, María. Pobreza urbana y el futuro de las ciudades. Ciudades humanas. Pobreza urbana y el futuro de las ciudades. Miguel Ángel Porrúa. México. 2002. P.94-95.

[21]Fernández, José. Planificación estratégica de ciudades: nuevos instrumentos y procesos. Editorial Reverté. Barcelona. 2006. P. 15.